Internet se creó con un pecado original que ha determinado las dinámicas de las plataformas digitales que conocemos hoy en día.

Internet, la red de redes, fue originalmente creado para compartir información entre máquinas y a ello se le sumaron unas capas de software capaces de permitir a los seres humanos interactuar de manera más natural con Internet: navegadores web y un lenguaje de etiquetado (HTML) capaz de organizar la información para que un ser humano pudiera interpretarla.

¿Y dónde se produjo el pecado original de Internet? La capa de software que permite interactuar a los seres humanos con Internet fue creada principalmente para que los usuarios pudiesen generar y consumir contenido de manera sencilla, sin embargo, los lenguajes con los que se construyeron el entramado web no contenían de manera nativa un protocolo nativo para realizar transacciones económicas.

Es decir, si miramos las capacidades que el lenguaje de etiquetado de las páginas web nos ofrece (aquella tecnología que nos permite a los seres humanos interactuar con Internet), podremos ver demanera resumida las siguientes capacidades:

  • Capacidades orientadas a la gestión de la jerarquía del contenido: títulos, negritas, listas…
  • Capacidades orientadas a la inclusión de contenido de todo tipo: audio, imagenes, video, tablas…
  • Capacidades orientadas a la referenciación y agregación de otros contenidos: enlaces, contenidos embebidos…

Sin embargo, no podemos encontrar una etiqueta de <payment> que de manera nativa nos permita interactuar de manera económica con la red y con su contenido. A esta situación, es a la que Marc Andreessen, fundador en 1994 de Netscape, denomina “pecado original de Internet”: la no creación de la capacidad que permitiese crear modelos de negocio sobre las reglas básicas de Internet.

Tercera ley de Newton

Esto, que a bote pronto pudiera parecer no tener tanta relevancia, ha sido la causa fundamental de que los principales modelos de negocio de Internet, y por lo tanto del Internet que consumimos actualmente como conjunto, sea hoy tal y como los conocemos.

Toda acción tiene su reacción de manera proporcional en sentido opuesto según la tercera ley de Newton de la mecánica clásica. Y así ha ocurrido.

Internet nació con la capacidad de generar contenido y compartirlo de manera masiva con el menor coste de la historia, una máquina de creación de contenido a escala. Sin embargo, Internet nació también con la falta de un protocolo capaz de conectar económicamente a creadores de contenido y consumidores.

Es decir, si viesemos a Internet como un producto que acabamos de desarrollar, este producto incluiría dos grandes capacidades a alto nivel:

  • Por un lado, herramientas que permiten facilmente a creadores de contenido generar contenido y a los consumidores consumirlas.
  • Por otro lado, capacidades de compartición de dicho contenido de manera sencilla ofreciendonos herramientas para hacer referencia entre contenidos y poder agregarlos.

Sin embargo, ese producto llamado Internet que estuviesemos creando no inlcuiría nunca una capacidad para que los usuarios pudiesen pagar a los creadores de contenido.

Internet, en base a las capacidades nativas que se le ofrecía, evolucionó como un entramado de webs de contenidos que necesitaban buscar maneras alternativas de poder sustentarse económicamente por la falta de un protocolo estandar nativo de transferencia de dinero. Esta falta de un protocolo nativo de transacciones económicas derivó en dos vertientes principales.

Por un lado, los creadores de contenidos tuvieron que buscar modelos de negocio que les permitiera seguir adelante con sus proyectos.

Los creadores de contenido no tenían la posibilidad de ofrecer de manera nativa la capacidad de contribuir económicamente a sus propios usuarios, por lo que los proyectos tuvieron que buscar a terceros que les financiaran para poder continuar, y así es como el modelo basado en publicidad actual de Internet triunfó.

Por otro lado, desde entonces Internet lleva inmerso en la incansable búsqueda de esa capacidad estandar que facilite los pagos en la red, aunque siempre como un producto sobre Internet y no de manera nativa en Internet. Paypal nació con ese objetivo y hoy en día tenemos criptomonedas, compañías como Stripe u otras fintech que intentan tapar el mismo agujero nativo de Internet.

Primera ley de Newton

La primera ley de Newton, también conocida como principio de inercia, establece que “un cuerpo no modifica su estado de reposo o de movimiento si no se aplica ninguna fuerza sobre él, o si la resultante de las fuerzas que se le aplican es nula”.

Internet fue creado para comptartir información, contenido, no para realizar transacciones económicas. Este agujero nativo nunca ha sido resuelto por lo que Internet ha continuado su movimiento impasible hacia la generación de modelos de negocio que no se basen en transacciones económicas entre consumidores y creadores de contenido.

Internet ha creado modelos de negocio basados en la generación de audiencias masivas a través de contenidos, para sobre dichas audiendas crear un modelo de negocio, el negocio basado en publicidad. Publicidad, que por cierto, no deja de ser en última instancia más contenido aún.

Pros & cons

El gran beneficio de un Internet basado en el modelo de negocio de la publicidad es que permite crear un ecosistema de webs abiertas para todo el mundo, lo que ha sido clave para democratizar el conocimiento y abrir Internet y todo su contenido a personas con escasos recursos económicos en cualquier lugar del planeta.

Además, el modelo basado en publicidad hace que sea muy fácil para los usuarios probar antes de comprar, eliminando las partes inciales más complicadas del ciclo de ventas y permitiendo que servicios como Twitter, Facebook y Youtube escalen a cientos de millones de usuarios a un ritmo sin precedentes.

Sin embargo, el modelo basado en publicidad implica fomentar una carrera en la que todo Internet compite por ofrecer un mejor servicio de publicidad a los que ponen el dinero encima de la mesa.

Ofrecer un mejor servicio de publicidad implica inevitablemente atesorar grandes fuentes de datos de los usuarios para poder servirles publicidad más ajustada a su personalidad para así incrementar la potencia del anuncio.

Esta carrera sin final nos ha llevado a las grandes plataformas digitales de la actualidad, las cuales aglutinan cantidades ingentes de información de sus consumidores para poder ofrecer el mejor servicio de publicidad del mercado a terceros. A veces, rozando los límites del ciber espionaje.

Para hacer un producto mejor, a veces es necesario cambiar el modelo de negocio, el problema es que el modelo de negocio no puede cambiarse sin cambios profundos en la tecnología subyacente y no se pueden hacer cambios profundos en la tecnología si no vamos a realizar cambios en el modelo de negocio.

¿Estamos aún a tiempo de evolucionar de manera nativa Internet? ¿Podemos soñar con un Internet diferente? ¿Tendrá la segunda ley de Newton algo que ver en todo esto?