Cada vez más la tecnología está presente en nuestros días. Las grandes plataformas tecnológicas globales se han impuesto como producto de uso diario para la mayoría de los ciudadanos del planeta.

Unas plataformas tecnológicas que ofrecen el mismo producto a todos los ciudadanos del mundo. ¿Y cual es una de las consecuencias?

Cuando un producto se comienza a usar con frecuencia y registra beneficios record empieza a ponerse en el punto de mira de los gobiernos que buscan regularlos, pero eso si, cada gobierno a su manera.

Regulación

La regulación siempre ha existido, todo aquel sector que se haya ido imponiendo ha sido puesto en la diana política de la voracidad regulatoria. Esto no es nuevo.

No obstante, hace unas décadas el problema era más simple de resolver para las empresas porque la mayoría concentraban sus operaciones en un único país en concreto o pocos países.

Las grades plataformas globales, sin embargo, ofrecen un mismo producto con caracter global, con la ambición de cubrir todas las fronteras existentes. Sus efectos de red son globales, no entienden de jurisdicciones.

Esto implica que los grandes productos tecnológicos han de adaptarse a diferentes reglas legislativas. Hasta ahora la presión regulatoria ha sido suave por la lentitud o inacción de algunos gobiernos, pero poco a poco comienza a ser mayor y a exigir cambios en cada una de las plataformas.

¿Qué es lo que implica para las plataformas tecnológicas globales?:

  • Implica tener que generar código y lógica diferente para cada regulación.
  • Implica tener que tratar información y flujos de datos de manera diferente.
  • Implica mantener bases de código diferentes que evolucionan según los dictamenes de unos políticos, que no suelen ser rápidos, pero si enrevesados e incoherentes.

La regulación hace que los productos y plataformas globales no escalen de manera tan sencilla.

Fragmentación y complejidad

Hasta ahora, Internet y sus grandes plataformas han funcionado en su mayoría en base a las ideas y legislaciones estadounidenses, principalmente porque de ahí provino la mayor parte de las principales mayores plataformas tecnológicas.

Sin embargo, poco a poco, nos estamos moviendo hacia un mundo de fronteras regulatorias múltiples y superpuestas. Probablemente comenzarán a chocar entre sí, llegarán a ser incluso incompatibles.

Añadir requisitos regulatorios a nuestras bases de código implica dejar de tener un producto horizontal y tener que crear verticales por jurisdicción. Verticales diferentes que exigen un mantenimiento independiente y que incrementan en órdenes de magnitud la complejidad del producto. Y por lo tanto, su coste de mantenimiento.

Un país puede querer implantar medidas proteccionistas que protejan a ciertos sectores o culturas mientras que otro país quiera promover unas narrativas aperturistas y de total libre competencia. Llevado a un extremo podemos ver la actual GDPR europea.

Una regulación de datos mucho más estricta que la existente en EEUU y que no solo regula lo que ocurre en territorio europeo, si no que impone requisitos regulatorios para cualquier dato perteneciente a cualquier ciudadano de la UE, independientemente de donde estén los servidores de la plataforma digital o desde donde se esté conectando el ciudadano.

¿Podríamos llegar a un punto en el que hubiese incompatibilidades entre regulaciones de varios paises?

Esta claro que la complejidad no va más que a aumentar en los próximos años y que puede llegar a ser un quebradero de cabeza para algunas de las hoy grandes plataformas tecnológicas: Google, Facebook, Amazon, Uber, Airbnb…

Todas ellas expuestas a jurisdicciones de muy diversa índole conforme el tiempo vaya pasando y los políticos vayan dictando unas u otras decisiones.

Barreras de entrada

En Europa somos líderes en regulación, somos expertos en regular. Es muy difícil seguir la regulación europea si no se vive y entiende Europa.

¿Podrían llegar a ser las diferentes regulaciones creadores de nichos de negocio tecnológico? No sería descabellado empezar a ver productos verticales especializados en solventar problemáticas regulatorias europeas y quién mejor que los propios europeos para resolverlas.

¿Podrían incluso llegar a ser barreras de entrada en favor de las plataformas tecnológicas europeas que tuviesen la mejor comprensión de la regulación local?

Puede que la regulación llegue a tener un punto a favor de la europa que se ha quedado atrás en la carrera tecnológica si la comparamos con EEUU o poco a poco Asia.

Lo que está claro es que la regulación no va a parar de crecer y atrapar a todas las plataformas tecnológicas que por ahora han podido vivir ajenas a estas complejidades.

Sin embargo, los políticos y su voracidad regulatoria nunca descansan. No cabe duda que acabaremos creando código al servicio político.