Esta semana he tenido muchas conversaciones con amigos en las que comentábamos cuales estaban siendo las estrategias de los diferentes gobiernos del mundo para enfrentarse al COVID-19. Cada país parece estar enfrentándose a esta pandemia de una manera diferente y no es objeto de este artículo analizar cada una ellas y la posible efectividad de las mismas. Sin embargo, creo que si que cabe hacer una reflexión sobre la actitud que se está tomando a la hora de afrontar esta crisis y como la agilidad en la toma de decisiones es clave, sean las que sean.

En entornos de alta incertidumbre es difícil adivinar cual es la estrategia correcta a llevar a cabo más aún con la presión del momento y, en muchos casos, con la información incompleta de la que se dispone. No obstante, la falta de velocidad en analizar la situación y tomar decisiones no es justificable máxime teniendo todos los recursos del estado a nuestra disposición.

El fracaso en las decisiones tomadas a corto plazo no es una catástrofe, no obstante, la incapacidad para aprender del mismo y la lentitud en actuar, y si fuera necesario, de pivotar, sí lo es. Y esto es aplicable a la actual situación, a nuestro día a día en nuestra vida personal o en los proyectos profesionales en los que trabajamos.

Lo peor que un líder puede hacer es no tomar decisiones

De un líder se espera que en los momentos difíciles sea capaz de tomar las riendas y, con toda la humildad necesaria, marcar una dirección. Esto no quiere decir que haya que precipitarse en la toma de decisiones y no pensar las cosas antes de emprender un camino, pero si que es necesario decidir lo que se va a hacer y sobretodo a lo que se va a renunciar de una manera ágil.

[Imagen] - Creación propia
Creación propia, fuente

No importa la estrategia inicial si no la rapidez con la que se tomen decisiones y se pueda ir aprendiendo y pivotando sobre la marcha. Siguiendo el ejemplo del COVID-19, España declaró el estado de alarma cuando ya teníamos más de 6.000 infectados y casi 200 fallecidos. Una gestión nada ágil pese a que la estrategia de confinamiento anunciada en la declaración del estado de alarma si parece tener resultado en los países que van por delante nuestro y donde ya se pueden observar resultados positivos.

Actuar lento a la hora de poner medidas para proteger a nuestros ciudadanos nos va a costar muchas vidas, aprendamos de ello. De este lamentable suceso se puede extraer una lección muy importante: La estrategia es importante, si, pero la agilidad en la toma de decisiones una vez observados los primeros datos es más determinante. Esto no solo ocurre cuando queremos hacer frente a pandemias, si no en cualquier proyecto en el que estemos trabajando y requiramos de actuaciones rápidas.

Una cultura de equipo que fomente la agilidad a la hora de tomar decisiones y de posteriormente ejecutarlas, gana por goleada a la mejor estrategia del mundo si es lenta.

"Culture eats strategy for breakfast." — Peter Drucker

Pivotar y aprender de nuestro errores

Errar es de humanos y hay que saber vivir con ello. Boris Johnson comenzó con una estrategia de contagios controlados y búsqueda rápida de la inmunidad de la población para no parar en exceso la economía. Sin embargo, a los dos días, decretó el cierre de pubs, cafeterías, resturantes… Hasta tal punto que ayer anunció que el gobierno iba a hacerse cargo de un 80% de los salarios de aquellos ciudadanos que fueran a ser despedidos a causa del coronavirus. Un giro de 360 grados, un pivotaje en toda regla.

De nuevo, no quiero reflexionar sobre si las medidas son correctas o suficientes. No obstante, si que me parece importante resaltar todo este cambio de medidas que Reino Unido ha realizado para llevar finalmente a cabo una estrategia diametralmente opuesta a la inicial en cuestión de días, poniendo siempre medidas sobre la mesa y pivotando o ajustando sobre la marcha según se va adquiriendo más información y se pueden tomar decisiones más informadas.

Volviendo al ejemplo del COVID-19, hasta le fecha somos el país con peores cifras de fallecimientos del mundo debido en gran medida a la lentitud inicial en la toma de decisiones. La estrategia de confinamiento probablemente sea acertada viendo lo que ocurre en otros países pero llegó muy tarde. Un movimiento poco ágil que ha dado como resultado que dupliquemos las muertes de Italia y tripliquemos las de China en la misma fase.

[Imagen] - Gráfica publicada por el Financial Times
Gráfica publicada por el Financial Times, fuente

Ya hemos puesto una estrategia para frenar el número de infectados o fallecimientos para resolver el principal problema de esta pandemia, el coste humano. Ahora, como en cualquier proyecto ágil, vayamos observando los resultados y ajustemos rápidamente la ejecución y las medias a tomar a los datos que vayamos obteniendo. Pivotemos si es necesario.

Aún no hemos acabado

Una vez puesto en práctica un plan para solucionar el gran problema humano de esta crisis, nos quedan dos cosas principales por hacer:

  1. Asegurar la ágil ejecución del mismo
  2. Poner en marcha un plan económico

Por un lado, ahora toca llevar a la práctica la ejecución de confinamiento de una manera rápida, no pueden existir cuellos de botella en la llegada de material a nuestros hospitales para realización de tests y de otras medidas sanitarias necesarias. De nuevo debemos ser ágiles, no pequemos de lentitud de nuevo, muchas vidas están en juego, cada minuto cuenta.

Por otro lado, toca desarrollar una estrategia de restablecimiento de la economía para que el shock posterior no arrastre aún más a la población. Existen muchas pequeñas empresas y autónomos que tienen que seguir pagando facturas a final de mes pese a tener la actividad totalmente parada. Seamos ágiles, tenemos a todas las pymes y autónomos ya infectados económicamente, no esperemos a actuar de nuevo cuando cientos de ellos ya hayan fallecido. El mundo nos mira, seamos ágiles.