No suelo escribir sobre cómo las empresas se organizan internamente y qué estructuras organizativas tienen sentido o no en según que entornos.

Sin embargo, durante estos días le he estado dando vueltas a cómo las organizaciones, cuando se plantean formar nuevos equipos, tienen que saber si los equipos que están creando son equipos orientados a proyectos o equipos orientados a operaciones.

Dependiendo de la tipología de equipo que se cree no se requiere de los mismos perfiles ni han de tener los mismos tipos de objetivos ni maneras de trabajar, por lo que merece la pena entender las diferencias entre ambos.

Proyectos

Los equipos que se dedican principalmente a proyectos dentro de un producto tienen como objetivo abordar una nueva oportunidad que no se estaba ofreciendo antes en la organización.

Estas nuevas oportunidades pueden ser una necesidad comercial, un nuevo requisito legal, la incorporación de avances tecnológicos, un espacio nuevo en el mercado…

Implican siempre una fase de descubrimiento del espacio de oportunidad y de ejecución en un entorno desconocido. Pueden identificarse a posteriori fases claramente con principio y final.

Por lo general son equipos que deben saber manejar la incertidumbre. Son equipos en los que se invierte sabiendo que tienen un riesgo alto al trabajar en problemas que se hacen por primera vez.

Son equipos que necesitan mucha flexibilidad en su día y una dosis extra de confianza en ellos porque no pueden garantizar siempre un resultado exacto.

Operaciones

Los equipos que se dedican operaciones se dedican a ejecutar las acciones continuas y repetitivas que el negocio necesita de manera diaria.

Su objetivo no es traer nada nuevo a la organización si no garantizar que el negocio funcione de la manera más eficiente posible ofreciendo el mejor servicio a los clientes con las capacidades existentes.

Las operaciones son clave para ejecutar modelos comerciales regulares, asegurar la mejor calidad del servicio al cliente y respaldar el negocio a diario. Suelen tener KPIs bien conocidos y se deben de regir por la continua mejora de los mismos en todo momento.

A diferencia de los proyectos, no se puden identificar fases claramente con un principio y un final, si no que son infinitas.

A su vez poseen un grado de incertidumbre y riesgo menor al trabajar con entradas y salidas ciertamente dentro de lo previsto cada vez.

Tenerlo claro

Una vez vista la diferencia entre proyectos y operaciones, se entiende que los perfiles a contratar y los objetivos que el equipo tendrá no tiene nada que ver si estamos hablando de equipos con una fuerte componente operacional que si tienen una fuerte componente de proyectos.

Además, tiene sentido que formen partes de estructuras organizativas diferentes.

Las operaciones deben de incluirse dentro de un presupuesto operacional (Opex) que garantice la estabilidad del negocio.

Mientras que los equipos orientados a proyectos deben de incluirse dentro de un presupuesto de inversión (Capex). Estos equipos tendrán siempre una dimensión más variable y han de ser más flexibles al momento en el que se encuentre la organización, de la misma manera que han de tener más flexibilidad para explorar.

Por todo esto, es importante pensar si los equipos que estamos creando son orientados a proyectos o a operaciones para entender qué perfiles debemos de contratar, qué puedo esperar de ellos, cómo debo de hacerles trabajar, qué flexibilidad han detener y si estamos engordando la masa económica base para que la compañía funcione o si estamos inviertiendo en nuevas apuestas con un alto riesgo asociado.