Escalar es una buena noticia y a la vez un reto. No existe una fórmula mágica de escalado y toda estrategia de escalado lleva consigo una estrategia de contratación.

La contratación es buena, implica crecimiento, previsión de mayor demanda y demuestra fuerza económica para poder añadir talento a la organización.

No obstante, de la misma manera que para escalar es necesario contratar, no toda contratación ayuda en la estrategia de escalado. Contratar es un arma de doble filo que se ha de utilizar con cuidado.

Hoy me gustaría reflexionar sobre de lo que no se habla tanto cuando se emprende una estrategia de escalado y crecimiento fuertemente basada en la contratación.

Mayor complejidad

Añadir más personas a una organización implica mayor complejidad y menor flexibilidad. Puede ayudar a escalar el producto pero a costa de complejidad interna, pérdida de productividad y flexibilidad.

Contratar obliga a realizar enormes esfuerzos de entrenamiento para los nuevos fichajes a costa del valioso tiempo de los ya veteranos en la organización. Lo que lo convierte en una inversión en la que los intereses se pagan nada más comenzar y en los que el buen resultado no está garantizado.

Además, obliga a generar procesos que en última instancia son siempre menos flexibles. Al crecer, es necesario crear procesos que permitan a las personas entender como se relacionan entre si, poner límites a roles para permitir la especialización de los mismos.

Estos procesos tienden siempre, poco a poco, a generar silos de información y reglas de comportamiento que se traducen en una mayor inflexibilidad en términos generales.

Por último, añade complejidad a toda la organización. Comunicar resulta más difícil, está claro que no requiere el mismo esfuero alinear a 5 personas para conseguir un objetivo que a 25.

Fallar escalando

Contratar personal implica aceptar que no somos capaces de escalar de una manera más barata y menos compleja. Contratar implica aceptar que no somos capaces de encontrar una manera de trabajar más eficiente con los recursos actuales para poder escalar.

Contratar es una actividad altamente positiva y que nos ayuda a crecer, pero a mi juicio, contratar debería también entederse como admitir que no somos capaces de escalar de ninguna otra manera. Como una derrota en la estrategia de escalado del producto.

El objetivo ideal de todo proceso de escalado es ser capaces de seguir operando un servicio con normalidad independientemente de la demanda. Más aún en entornos en los que la expectativa es el hipercrecimiento de la demanda.

En dichos escenarios es más importante que nunca pensar como escalar correctamente la organización y el producto, utilizando la contratación únicamente como último recurso o como algo temporal.

No todo escala

No todos los problemas tienen una solución óptima que permiten estrategias de escalado sin contratación.

Sin embargo, si que creo que antes de lanzarse a contratar es bueno reflexionar sobre cual es el problema que queremos resolver y si no existe una manera de escalar mejor el producto actual que ya tenemos.

¿Cómo resolveríamos el problema si el problema fuera el mismo pero dos órdenes de magnitud por encima? ¿También se resolvería contratando dos órdenes de magnitud por encima?

Existen problemas para los que la solución más óptima encontrada hasta la fecha es un escalado perfecto y otros para los que no, donde la contratación tiene todo el sentido.

Big O

Para los que trabajamos en el sector de las matemáticas o ciencias de la computación existe una manera común de entender como de bien escala una solución que queremos poner en marcha: La cota superior asintótica de la función o, en inglés, la Big O notation.

Clasificar las soluciones diseñadas por su órden de complejidad y de consumo de recursos cuando estos procesos tienden al infinito nos ayuda a comprender como de bien escalan las soluciones propuestas y si se pueden optimizar.

De hecho, existe una tabla estándar en la industria que clasifica por órden de complejidad las funciones que se utilizan para resolver problemas, a modo de ejemplo:

  • O(1), orden constante: La complejidad de la solución permanece constante independientemente del crecimiento de la demanda.
  • O(log n), orden logarítmica: Si la demanda se dobla, la complejidad aumenta a un cierto ritmo constante pero siempre inferior a la demanda.
  • O(n), orden lineal: Si la demanda se dobla, la complejidad se dobla.
  • O(n^2), orden cuadrática: Si la demanda se dobla, la complejidad crece a un ritmo de demanda*demanda.
  • O(n!), orden factorial: La complejidad incrementa en proporción al producto de toda la demanda anterior.

Por lo tanto, antes de lanzarnos a contratar debemos reflexionar sobre cual es la cota superior asintótica de la solución organizativa que estamos aplicando y por la cual queremos resolver el problema via la contratación.

Si la solución diseñada tiene una complejidad de órden lineal o superior, a mi juicio se debe establecer una solución con una complejidad más eficiente o el proceso está abocado a que la complejidad debore la productividad.

Si para realizar n tareas nuevas necesitamos n ingenieros y cada vez que tengo que hacer una tarea más (n+1) necesito un ingeniero más, entonces es que necesito encontrar una solución mejor al proceso que estoy implementando antes de ponerme a contratar.

Si para hacer n ventas necesito a n comerciales, el sistema escala de manera lineal y si le incluimos la carga de complejidad que añadimos al sistema por cada nueva incorporación escalamos peor que linealmente.

Puede ser que la mejor solución posible a un problema sea lineal o peor en términos de contratación, si los márgenes económicos siguen encajando no hay por qué dejar de hacerlo, sin embargo si que creo que merece la pena reflexionar al respecto…

¿Se puede escalar de una manera mejor?