De todos los últimos avances tecnológicos que se están realizando en las últimas décadas, el que más me maravilla es el de la reconquista del espacio.

Durante la época de la Guerra Fría, las administraciones de los Estados Unidos y la antigua URSS realizaron inversiones estratosféricas para comenzar a explorar la frontera hasta entonces desconocida, el espacio.

Carreras espaciales que permitieron poner los primeros satélites en órbita, primeras personas y animales en el espacio e incluso llegar a la Luna.

De esta carrera espacial se benefició toda la sociedad en los años venideros. Grandes inventos y revoluciones tecnológicas ocurrieron como efecto de este esfuerzo descomunal por explorar lo inexplorado:

  • Células solares fotovoltaicas (primeras placas solares)
  • Tejidos ignífugos
  • Sistemas de geoposicionamiento (GPS y GLONASS)
  • Y mucho más…

Sin embargo, cuando finalizó la Guerra Fría, acontecímos al invierno tecnológico espacial. Las tecnologías se siguieron desarrollando pero no a la misma velocidad, ni con la misma ambición ni produciendo disrupciones del mismo calibre.

La nueva revolución

Por suerte, comenzamos a vivir en una época en la que es maravilloso observar como el sector del espacio está volviendo a despertar de su letargo. En gran parte gracias a SpaceX y empresas que le están siguiendo la estela.

El año pasado ya estuvimos hablando de cómo SpaceX estaba democratizando el acceso al espacio a cualquier empresa, facilitando y reduciendo en varias órdenes de magnitud el presupuesto necesario para poner satélites en órbita o subir cargas al espacio.

La carrera espacial durante la Guerra Fría buscó conseguir hitos concretos sin colaboración internacional. La actual revolución busca crear un ecosistema sostenible sobre el que cualquier organización pueda crear sus productos y servicios sobre una infraestructura espacial.

Nuevos actores

Si la carrera espacial de los años 60 fue liderada por los gobiernos, esta nueva revolución se está llevando acabo desde la inciativa privada.

El adelanto tecnológico que hemos presenciado de SpaceX, Blue Origin o Virgin Galactic sobre las agencias gubernamentales como la NASA, ESA o CSNA pese a la posesión de éstas últimas de un conocimiento tan difícil de conseguir fuera de esas organizaciones ha sido espectacular.

Son estas empreas las que están queriendo ofrecernos a la población experiencias totalmente disruptivas. Desde viajes por el espacio para humanos no astronautas hasta conexiones a Internet satelitales de alto rendimiento desde cualquier punto del globo (Starlink).

Además, es curioso observar como esto está ocurriendo incluso aunque las grandes organizaciones gubernamentales sigan teniendo presupuestos órdenes de magnitud por encima que estas empresas. Pero de manera contraintuitiva, son estas “pequeñas” empresas las que están liderando el cambio en el sector.

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Está claro que el dinero no siempre es la respuesta al avance tecnológico y científico. Existen muchas otras variables que empujan hacía el éxito y la disrupción.

Un nuevo ecosistema

El liderazgo desde un punto de vista más empresarial de esta segunda revolución espacial, llevará a la creación de un nuevo ecosistema de start-ups y empresas que empezarán a construir modelos sostenibles de acceso al espacio para traernos nuevas experiencias.

Actualmente, nos encontramos en un momento muy incipiente de este nuevo ecosistema tecnológico.

Ahora mismo nos encontramos en la fase de creación de toda la infraestructura física básica que fomentará la creación de nuevos productos y servicios basados en tecnología en el espacio.

A modo de símil, ahora mismo empresas como SpaceX o Blue Origin están creando lo que equivaldría a las redes de telefonía que Telefónica creó hace años y sobre las cuales se creó todo el ecosistema digital a través de Internet.

Sobre esta capa de acceso sencillo al espacio se crearán servicios que lleguen al ciudadano. Proyectos como Starlink son un claro ejemplo en el que se ve como sobre las capacidades de fácil acceso al medio espacial se están poniendo ya en marcha servicios directos al consumidor.

Europa ya llega tarde en la creación de esta primera capa física del nuevo ecosistema. Pero aún estamos a tiempo de liderar la creación del ecosistema de servicios al consumidor que se creen por encima. Posicionémonos. No nos quedemos atrás.